No hay mucha información por internet, ningún contacto, no encuentras hoteles por la zona online… Te contamos la experiencia de una de nuestras colaboradoras tratando de visitar la selva de los Chimalapas en Oaxaca, México:
¿Cómo adentrarte en la selva?

Pasamos por Hierve el Agua, la cascada petrificada, aprovechando por el camino a pasar por Tlacolula, una comunidad famosa por sus panes y chocolates.

Visitamos la capital de Oaxaca y las preciosas ruinas de Monte Albán ubicadas en una montaña no muy alejada de la ciudad.

Seguimos bajando al Sur, llegando a San José del Pacífico, una comunidad de montaña reconocida por sus hongos «medicinales». Sin duda, un lugar que renueva a cualquiera con su aire limpio y fresco y su gran oferta de temazcales para limpiar todas tus preocupaciones.
Y desde ahí, recorrimos la costa lo más rápido que pudimos hasta llegar a Juchitán, una ciudad muy golpeada por el terremoto ocurrido en 2017. La mayor parte de las calles seguían llenas de escombros y las carreteras permanecían cortadas por personas que reivindicaban la reconstrucción de sus escuelas y hospitales.
Estancados sin salida aparente
Si viajas sin demasiada información en la mano, habrá momentos en los que no sepas por dónde avanzar. No pares de preguntar, cuenta tus propósitos del viaje, siempre habla con las personas, alguna de ellas sabrá indicarte la solución a tu situación.
En nuestro caso, en Juchitán nadie sabía donde estaba Santa María de Chimalapa, así que tuvimos que dormir en la ciudad a la espera de que algún taxista pudiera darnos alguna indicación. Un primer rayo de luz se asomó cuando descubrimos una furgoneta que salía cargado de comida hacia la comunidad varios días a la semana. Esa furgoneta no nos pudo llevar, pero nos indicó donde conseguir un taxi que llegaba hasta allí.
El taxi se encontraba en mitad de una estrecha calle, también llena de escombros. Unas señoras lo esperaban sentadas sobre la acera:
– «El taxi nos baja por la mañana para que compremos y quedamos a una hora para que nos vuelva a subir»- nos comentaron las señoras.
Ellas no entendían por qué nosotros queríamos llegar a su comunidad, pero nos advirtieron de que teníamos que dar parte de nuestra llegada al agente municipal.

¡Así es como llegamos a Santa María de Chimalapa!
Comunidad en la que nos quedamos al menos 15 días.
Y ¿Una vez que llegas a tu destino?
No puedes quedarte quieto. Sólo moviéndote conoces a las personas adecuadas que te ayudarán en tu viaje y las que te acompañarán en las experiencias más únicas.
Nosotros muy rápidamente conocimos a Yari, una chica recién titulada como maestra que nos ofreció un cuarto en su casa, nos presentó a un guía para visitar la selva y con la que empezamos a planificar unos talleres de educación ambiental en las escuelas.
¿Cuántos talleres impartimos? Ya no lo recuerdo. Con pequeños y con no tan pequeños:



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Dentro, empiezas a sudar sin control.
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Los mosquitos de colores radioactivos te acompañan fielmente durante todo tu camino (especialmente te cuidan cuando te vas a dormir).
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Los caminos se cortan cada 20 metros por ríos durante la época de lluvia.
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Para llegar al corazón de la selva alta se necesitaban más de dos días de camino andando en el que descubrías cantidad de estructuras naturales y rastros totalmente desconocidos para ti.

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